Victor Trevor

Se puede asegurar que Victor Trevor es el primer amigo que tiene Sherlock en toda su vida, ya que durante su infancia no le gustaba ir al parque a presentarse a los niños del barrio y prefería quedarse en casa leyendo o haciendo sus pequeñas investigaciones. En su adolescencia por supuesto también fue un hueso duro de roer, contando que los matones de la universidad se metían con él y se encerraba en la biblioteca o en el laboratorio a estudiar.

Sherlock Holmes y Victor Trevor se conocieron en circunstancias curiosas a la vez que ridículas. Todo se remonta al segundo año del detective en la carrera de química, cuando tenía veintitrés años. A Sherlock le gustaba sentarse en la hierba del amplio parque del campus, a la sombra de un árbol, a leer. No solía estar a la vista de nadie, y se alejaba todo lo que podía del centro del parque donde se reunían varios grupos de estudiantes o deportistas que practicaban pases de rugby. Un día mientras estaba leyendo, vio rodar hacia él una pelota. La cogió, y acto seguido un perro, un bull terrier, se abalanzó sobre él, mordiéndole la mano con la que sujetaba la pelota. Corriendo se acercó un muchacho de pelo rubio oscuro y grandes ojos azules, de complexión delgada y a vista de Sherlock un poco más alto que él. Se disculpó por la agresión de su perro y le ofreció a llevarlo a la enfermería de la universidad, aunque la mordedura no era profunda y no dejaría marca.

Victor tenía la misma edad que Sherlock y estudiaba comercio internacional y finanzas. Era un joven risueño, extrovertido, sonriente y muy sociable, todo lo contrario a Sherlock. Provenía de una familia más rica que la de Sherlock, algo que podía notar por las carreras que estudiaba y por su ropa. Es difícil proclamar a los cuatro vientos ser homosexual, así que Victor jugaba la baza de las dos bandas coqueteando con las chicas, algo que le gustaba y le divertía, además de conocer a más gente y acercarse a los demás. Su don de gentes no tenía límites y siempre se ganó la confianza de jóvenes y adultos, sin llegar a ser nunca pretencioso ni orgulloso. Sólo quería estar rodeado de personas.

En un principio la personalidad abierta de Victor echaba a Sherlock para atrás, intimidándole tanta cercanía, ya que nadie en su vida se había acercado tanto a él y no estaba acostumbrado, y mucho menos después de las agresiones que llevaba sufriendo en Oxford desde que empezó a estudiar allí. Victor se dio cuenta de que no era muy sociable y se controlaba, pero más de una vez fue a su encuentro. Aunque lo veía un chico reservado, serio y concentrado en sus estudios sin hablar con nadie, la curiosidad de Victor era inmensa e intentó acercarse a él, consiguiendo que,  pasado un año desde su encuentro y tras una conversación sobre literatura inglesa, vieran que tenían cosas en común. Sherlock seguía siendo distante con él, aunque con el tiempo se fue relajando y lo consideró abiertamente como su primer amigo, algo que se lo dijo en persona a Victor y este se sorprendió y compadeció de él. Veía en Sherlock una persona interesante y brillante, y aunque sus personalidades eran opuestas, empezó a enamorarse de él.

A veces Victor sacaba de quicio a Sherlock, y viceversa. No le gustaba que se pusiera a deducir cosas de él desde que un día averiguó con sus métodos deductivos que estaba enfadado con su padre por obligarle a emprender una carrera que no le gustaba para poder tomar las riendas de la empresa familiar. Victor se enfadó y estuvo unos días sin hablarle, algo que Sherlock no comprendió. En parte a Victor le sorprendieron sus capacidades y su inteligencia, ya que era la primera vez que lo veía hablar así y decir esas cosas, pero que pudiera ver en lo más profunde de él como su tuviera visión de rayos X lo asustó un poco. A los pocos días fue a buscarlo al laboratorio y se disculpó por haberse ido tan ofuscado, pero explicándole por qué no lo hizo. Sherlock lo entendió aunque no se disculpó con palabras, nunca lo había hecho. Otra cosa que no le gustaba a Victor de Sherlock es que fumara. Sherlock empezó a fumar al comenzar la carrera de química, y Victor odiaba el olor del cigarrillo aunque lo veía sofisticado y atractivo a su manera. Sherlock prometió que delante de él no fumaría o intentaría controlarse.

Victor era de las pocas personas que hacía reír a Sherlock. De manera sana y no malévola, se metía con su estatura, que no era mucho menor que la suya, sólo unos cuantos centímetros, pero esto ponía nervioso a Sherlock cuando estaban cara a cara y Victor se erguía mucho, haciéndole ver con una amplia sonrisa que era más alto. Sherlock fingía indignarse y acababa riéndose y dándole un cariñoso empujón a su amigo. Es verdad que el joven detective solía reírse, pero no por algún chiste que oía o por anécdotas divertidas, sino que se reía de los demás con cinismo cuando se metían con él, algo que a Victor no le gustaba porque a veces se encontraba a su amigo en los lavabos limpiándose los restos de sangre de la cara.

La amistad entre Sherlock y Victor no siempre trajo alegrías. La gente con la que antes solía juntarse Victor no entendía por qué quería estar con un bicho raro como Sherlock. Victor no podía soportar que le llamasen eso, y menos delante de él, así que lo defendía, y más de una vez se llevaba un par de golpes en los enfrentamientos. Al ver esto Sherlock y para evitar que su compañero recibiera más puñetazos y patadas, se ponía delante extendiendo los brazos a ambos lados y con una mirada amenazadora. No era de peleas y eso lo sabían sus agresores desde hacía años, desde que le rompieron su primer par de gafas, así que acababa en el suelo junto a Victor, pero por lo menos conseguía cansarlos y que les dejaran en paz hasta la próxima. Ambos se animaron después de un par de enfrentamientos más a tomar clases de auto-defensa y boxeo.

Nunca, desde que se conocieron, Victor le confesó sus sentimientos a Sherlock. Podía estropearlo todo, estropear la primera amistad de Sherlock y el amor idílico que Victor sentía por él. Era mejor soñar y vivir la vida tal y como estaba siendo escrita. En el verano antes de comenzar el último curso de sus carreras, a los veinticinco años, Sherlock fue invitado a la casa de campo de la familia de Victor. Este viaje decidiría el destino de la carrera posterior de Sherlock y la amistad de ambos. A pesar de que no quería confesarle sus sentimientos, en ese viaje, cuando estaba en la playa, estuvo apunto de decírselo, decírselo todo, pero cuando Sherlock le miró directamente, una mirada fija e interrogativa porque Victor había dejado la frase a medias, se acobardó, algo de lo que actualmente se arrepiente. 

Sherlock más de una vez había dicho que aunque ya estaba titulado en psicología e iba a terminar la de química, no sabía qué hacer en un futuro. Le encantaba deducir, investigar y le atraía el poder ayudar a la policía ya siendo más mayor como lo era a resolver casos, ya que de joven no le hicieron caso con el caso de Carl Powers. Victor escuchaba todas sus dudas y las entendía, porque aunque él estaba amarrado a un futuro que no quería, de no tenerlo todo decidido, tampoco sabría qué hacer con su vida. Nunca pensó que su padre sería el causante de su separación. Cuando Sherlock comentó en una cena sus dudas sobre su futuro, el padre de Victor le dijo firmemente que debería hacerse detective privado o algo así y asentarse en Londres. A Sherlock se le iluminó el rostro mientras a Victor se le nublaba. Más tarde y en privado el padre de Victor le dijo a este que debería irse acabados los estudios en la universidad a la India para empezar a meterse de lleno en la empresa naviera de la familia.

En ese momento, con el destino y el futuro marcado, un futuro que le separaba de su amigo y su amor, Victor se volvió una persona más seria y errática. Además eso hizo que la relación con su padre se volviera mucho más fría y distante. Sherlock se percató de ello, pero no rompió su promesa de deducir algo sobre Victor. Pasaron su último curso en Oxford juntos, intentando disfrutar alegremente (sobre todo Victor, ya que Sherlock seguía como siempre) cada momento. Sherlock se marchó a Londres con su tía, ya con su futuro claro. Victor quedó encadenado en la India, aunque poco a poco intentó esforzarse porque le gustara su trabajo. Trabajó duro y a la muerte de su padre, quedando él como mayor accionista y encargado de la empresa, se hizo más presente, expandiendo el negocio y consiguiendo alianzas importantes con otras empresas gracias a su encanto y sociabilidad. Mostró mucho temple y firmeza cuando hubo momentos duros y obstáculos y nada le detuvo.

Cuando se enteró de que Sherlock se había suicidado y la prensa lo tachaba de impostor y falso, a Victor  se le vino el mundo encima, pero no podía hacer nada por volver a Inglaterra. A pesar de las falacias de los periódicos y los medios de comunicación, siempre creyó en Sherlock Holmes y en que James Moriarty era real y no una invención. (Sólo rol y fanfic >) Actualmente Victor está en Londres, y sabe que Sherlock está vivo. Tras un incidente de empresa en la que la policía lo fichó como culpable de unas muertes de asociados, Victor contrató a Sherlock para que le ayudara. Estando en la cárcel tras ser del todo culpado, Sherlock lo visitó y Victor terminó confesando sus sentimientos aunque sabía que ahora el detective tenía a otra persona. Sherlock consiguió exculpar a Victor y este ahora intenta recuperar el control y establecer el equilibrio en su empresa.

(Tom Hiddleston, nuestro headcanon de Victor Trevor)